OPINIÓNPOLÍTICAPORTADA

Deseos de año nuevo

René Martínez Pineda

Sociólogo y Escritor, UES-ULS

Este fin de año tiene, como augurio, el hecho de que no se sintió como un esperado final del calendario para acabar, simbólicamente, con lo malo vivido, sino que se vivió como un inicio incesante, y eso es una señal de tiempos nuevos arraigados en el drástico imaginario popular, razón por la cual los deseos que como frases comunes y protocolarias prodigamos a los otros -a las doce de la noche en punto del último día del año- deben ser distintos a los de los años anteriores en que vivimos en peligro, para que el imaginario haga su magia sin reyes magos con el incienso del sándalo milagroso que objetiva lo subjetivo a través de la modificación del comportamiento unánime de los que luchan por un mejor país todos los días.

Para 2023 lo único que puedo desearte es que desees desear cosas nuevas en almohadas viejas; que tengas el valor de no tener miedo de ser un constructor de la historia, en lugar de ser su sufridor sin diccionario; que no desees volver a los tiempos aquellos en los que la corrupción e impunidad eran los sifilíticos jinetes del apocalipsis de la dignidad del pueblo; que llenes de memoria municipal el cántaro de tus olvidos y atiborres de olvido tus malos recuerdos sobre revoluciones traicionadas en el mediodía de los bancos y asilos políticos; que tengas llaves y conjuros en lugar de candados y maldiciones con nudo ciego; que te comas doce uvas de inconformidad creativa para no dejar de hacer las cosas bien; que no te sientas culpable ni pidas disculpas por meter preso al culpable de la infamia edilicia sin culpa constitucional; que te arriesgues a arriesgarlo todo en construir un país distinto con arquitectos y albañiles diferentes que no silban en la loma del fraude mediático; que tengas desvelos dilatados contemplando la vida sin cautiverio de tus hijos y que desaparezcan las arrugas de tu alma de tanto caminar de noche bebiéndote la luna sin maleantes ni hombres-lobo con maletines negros; que se te retuerza la cordura y pierdas la virginidad de la utopía en el sol del horizonte colectivo; que compres camisas viejas con botones nuevos y zapatos viejos con suelas nuevas que sólo saben caminar para adelante; que uses pantalones rotos por los besos familiares y con bolsillos sin agujeros ni costuras de usura; que te salgan mil ochocientas treinta y tres luciérnagas celestes de los ojos cuando contemples el mañana desde la ventana de la noche que vomitó sus hastíos bipartidistas.

En 2023 deseo que tengas un corazón en llamas para calentar tu casa y tu país; que nunca dejes de desear deseos para que el derecho humano a soñar sea quien te reciba cada 1 de enero con un abrazo sin la tristeza de la tos pandémica; que el paraíso de los pobres sea un campo de fértiles campiñas sin plagas ni zopes psiquiátricos y extorsionistas; que los ríos que custodien tu casa sean leves y limpios; que por tu tejado no se cuele el frío de la madrugada del norte; que tu ventana tenga como vista panorámica la estrella polar que quiere ser flor nacional; que las lámparas que iluminen tu barrio sean luciérnagas del cambio que lo cambia todo; que el país sea un territorio de miradas que no estén rotas ni se dejen romper o corromper.

Para 2023 te deseo que sigas deseando cosas buenas y públicas y que tu corazón sea un ejido ardiente e incansable de transformación social… nada más eso.

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LPT Redacción

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