OPINIÓN

La Patria Grande: el reto estratégico en la nueva gestión de Nayib

René Martínez Pineda

Sociólogo y Escritor UES-ULS

El nuevo país, el país reinventado que reinventa al Estado como sujeto social, no es una cuestión de nombre (puede llamarse socialismo, capitalismo con rostro humano, postcapitalismo, etc.) porque, al final, el nombre es lo de menos. Al nuevo país le llamo: sociedad de bienestar (que no es lo mismo que Estado de Bienestar), y eso no se logra sólo con medidas económicas, sino también con medidas sociales y culturales. Ahora bien, reinventar el país depende de nuestra capacidad de organización y de nuestra labor de educación política, debido a que, si el deseo de transformación social no habita en la mente del pueblo, ninguna reinvención es posible ni duradera, porque el poder cultural antecede al poder político.

A la reinvención de El Salvador (la Patria Grande, en tanto hace grandes a sus habitantes) hay que agregarle, para que sea estable en lo económico y político, la consolidación de la región centroamericana como zona de paz y desarrollo social. Lo anterior sólo es posible, por un lado, con un liderazgo más allá de sí mismo y de su territorialidad, es decir un liderazgo como singularidad sociológica; y, por otro, sobre la base de una motivación social sui generis, que se nutra de la ilusión que da la confianza y el compromiso en busca de que el cambio llegue a ser transformación. En el país vivimos una coyuntura de transición que inicia con cambios, los que, para mutar en transformaciones, requieren la continuidad del nuevo grupo gobernante con Nayib como líder político.

Yo veo los cambios actuales con el optimismo propio del utopista que viene de sufrir la más grande traición de la historia por parte de quienes compartieron conmigo las armas de la revolución social. Son cambios importantes porque abren nuevos espacios socioculturales (hegemonía de carne y hueso) para la ratificación de políticas soberanas y reivindicadoras de lo público, para lo cual se deben resolver primero los problemas principales (delincuencia y corrupción), para luego resolver sus causas: desigualdad social e impunidad. Esto que se está impulsando sólo en nuestro país debe marcar la ruta de los otros países, y eso implica que, como país y como región (en la que impera el resquebrajamiento del viejo orden mundial que se pone máscaras nuevas) se va a entrar en el tiempo de la transición contrahegemónica que lleve a la ejecución de proyectos emancipatorios.

Hablamos, entonces, de una transición geopolítica desde el territorio de un país cuyas placas tectónicas se están sacudiendo la violencia acumulada por dos siglos y, de seguir así, harán caer al sistema oligárquico con innovaciones extraordinarias en lo económico, político, financiero, turístico, cultural y de seguridad ciudadana. La guerra contra la criminalidad y la corrupción, paso a paso, es una muestra que se ratifica con la preocupación creciente de los otros países por frenar los cambios, etiquetando el proceso como violatorio de los derechos humanos (sin aclarar que se refieren a los derechos de los victimarios) y recuperar el control férreo que antes ejercía el gendarme del norte que cambió el concepto de “patio trasero” por el de “nuestro vecindario”, lo que al final no es lo mismo, pero es igual.

Yo creo que sí podemos y sí debemos construir la Patria Grande (con lo público como símbolo y propiedad colectiva y con la paz social como gobernabilidad territorial) y, desde ella, construir la Patria Grandota (Centro América) partiendo de convertirla en una zona de paz. Ese es el primer paso. Claro está que la Patria Grandota será una labor cuesta arriba porque la delincuencia se envalentona en los países hermanos, incluso en Costa Rica que se jactaba de “no tener ese problema por su condición de superioridad”. El Salvador está haciendo su parte y se ha constituido en la masa crítica de la transformación social en Centro América y, por ello, es el designado de oficio para que lidere los procesos de integración económica, política, social y cultural, pero una integración real, no la falacia de un Parlamento Centroamericano que ni siquiera parlamenta trivialidades, cuando su labor debería ser: crear las condiciones regionales, objetivas y subjetivas, para que fracasen las intentonas norteamericanas de hacer colapsar nuestros países, uno por uno, para reanudar el juego de dominó que le fue tan útil en el siglo XX.

Si esas intentonas persisten, es obvio que tendremos mejores oportunidades de enfrentarlas si estamos unidos en la Patria Grandota, en tanto territorialidad común centroamericana, para no clonar el fracasado mercado común. Siendo así, la estrategia es avanzar en los procesos de articulación regionales, y eso nos llevará a lidiar con subjetividades como el celo de los líderes políticos locales, la errada noción de identidad nacional y, además, con objetividades como los intereses económicos de las clases dominantes locales. Sin embargo, es factible vencer esas subjetividades y objetividades si se cuenta con el liderazgo político y cultural que refunde el consenso moral básico para darle fuerza a la motivación social y la voluntad unitaria, y que mejor incentivo que instalar la seguridad ciudadana en toda la región y, con ella, construir la gobernabilidad territorial desde el territorio, o sea la gobernabilidad con el protagonismo de los pueblos para dejar atrás la gobernabilidad de la corrupción, la que coloquialmente los salvadoreños llamamos “maletines negros”. Los desafíos son grandes, y el estratégico para el país (y para la región, si lo vemos en modo futuro) se tendrá en febrero 2024, el cual se superará dándole a Nayib un segundo mandato con una Asamblea Legislativa en la que Nuevas Ideas tenga mayoría calificada, púes eso permitirá darle continuidad a la correlación de fuerzas en la que los sujetos reaccionarios (la oposición en proceso de extinción) que desean volver al viejo orden social de crimen, impunidad y corrupción queden relegados a la irrelevancia total y no tengan la capacidad de veto histórico. En los otros países el desafío es elegir gobiernos que crean en la Patria Grandota haciendo Grande a las suyas.

Redacción LPT

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