Juana Elizabet Montano residente de la zona conocida como El Quebrachal en el cantón La Danta, Ahuachapán, relató que en un abrir y cerrar de ojos, perdió su casa y todas sus pertenencias. La tarde del domingo, cuando sucedió el primer sismo hacía un par de minutos que había regresado de sus labores en tierras agrícolas aledañas a su vivienda y eso la obligó a poner una hamaca en el patio para tener un descanso junto con sus dos hijas.
Montano aseguró que eso le valió, para seguir con vida ya que, debido a los fuertes vientos de días anteriores, no ponía la hamaca en su habitual zona de descanso, por temor a que le pudiera caer una rama. Describió con un «milagro de Dios», haber tomado esa decisión.
«Dios nos ha salvado, es un milagro de Dios la verdad. Perdí todo, suerte que yo estaba con mis hijas en una hamaca, sino hubiéramos muerto. Estamos con miedo, porque nunca antes habíamos sentido algo así. Eran sismos menores. Está impactada, los palos hicieron ruido feo, el polvo se levantó y vi como se caían los adobes», describió Montano, que es madre soltera de dos niñas, una de 12 y otras de 7 años.
En la misma propiedad también vive su tía Maribel Montano, la vivienda de ella resultó con varias grietas y una pared ha quedado a punto de caer. También frente a estas casas, dos adultas mayores perdieron parte de su vivienda.
La familia agradeció el apoyo de las instituciones de Gobierno y afirmaron que no se fueron al albergue por tener pendientes labores agrícolas, que es su principal fuente de ingresos económicos.
«Gracias a Dios las autoridades vinieron luego, sentir el apoyo de ellos, nos da fuerza. En estos momentos toda la comunidad lo necesitamos. Nosotros no quisimos ir al albergue, por nuestros trabajos en la agricultura», afirmó Montano.
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